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Festival do Norte 2011 (sábado)

La jornada del sábado empezaba pronto. Tal y como hicieron el año pasado con Fernando Alfaro y la proyección del documental «Buzos Haciendo Surf» sobre Surfin’ Bichos, este año los organizadores aprovecharon la presencia de Peter Hook en el festival para proyectar el biopic «Control», de Anton Corbijn, y organizar un coloquio con el que fuera miembro de Joy Division y New Order. Dado que ya había visto la película (peliculón en mi opinión), no acudí a la cita a las 12 de la mañana.
Aparecí directamente en el concierto de Pony Bravo, saltándome a la torera las actuaciones de Franc3s y Diadermin, que tampoco me llamaban especialmente. El conciertazo que dieron Pony Bravo fue toda una agradable sorpresa para mí. Poco conocía de su música, unas cuantas canciones y, en particular, esa genialidad llamada «La Rave de Dios». No les importó el horario (7 de la tarde) ni que el público no llenase la carpa al principio (que luego se fue llenando en parte gracias a la lluvia), dieron lo mejor de sí mismos en todo momento. Pegaron el pelotazo el pasado 2010 con «Un Gramo de Fe», un disco que hizo las delicias de crítica y público y trajo de cabeza a la SGAE cuando el grupo decidió ofrecer su descarga de forma totalmente gratuita. Pony Bravo han demostrado que también se puede hacer música en España sonando de forma totalmente distinta y arriesgada. «Noche de Setas», «Super-Broker», «Ninja de Fuego» (increíble versión de la copla «La Niña de Fuego») o «La Rave de Dios» (temazo se mire por donde se mire) hicieron las delicias de los allí presentes, conscientes de que iba a ser difícil que los siguientes conciertos de otros grupos estuviesen a su altura. Ya son grandes, pero llegarán muy lejos, tanto como se lo propongan.

Otra de las sorpresas de esta edición del festival fueron los Mirrors. Llegaron casi por accidente, como sustitutos de The Wave Pictures, pero dieron un gran espectáculo. Con un disco publicado en el mercado, «Lights and Offerings» (2011), llama la atención su puesta en escena. Con claras influencias del modo de vestir de grupos como Kraftwerk y unas proyecciones al fondo, su música suena a los ochenta, a grupos como O.M.D. o Erasure, aunque tampoco cuesta verlos como unos Franz Ferdinand del synthpop. Como apuntaba su líder James «Noo» New, era su primer concierto en España. Canciones como «Ways to an End», «Into the Heart» o «Hide and Seek» pusieron a bailar al público en un concierto que hubiese quedado de lujo como cierre del festival.
James era todo un showman con un peculiar sentido del baile y consiguió animar a todos los presentes. Creo que les veremos más a menudo en próximos festivales de ahora en adelante.

Tanto Pony Bravo como Mirrors dieron un concierto más largo de lo previsto. A diferencia del viernes, en el que todos los horarios se habían cumplido religiosamente, el sábado la cosa parecía ir con retraso. La actuación de los mallorquines Sexy Sadie estaba prevista para las 20:45, pero eran más de las 21:00 y todavía no había nadie en el escenario grande. Sobre la carpa diluviaba y la lluvia ya iba formando plagunas dentro de la carpa. Finalmente, el mánager del escenario salió a escena para anunciar que los Sexy Sadie habían tenido problemas y venían de camino.
A las 21:30 salieron a escena los mallorquines. La verdad es que me esperaba algo más de su vuelta, pero no fue un concierto demasiado memorable. Vale que tuvieron poco tiempo (tocaron apenas media hora), pero su set podría haber sido un poco más acertado. Mientras el público se desplazaba de un lado a otro intentando evitar las enormes charcas, en la carpa sonaban canciones como «You Know That’s the Way I Like It», «Stay Behind Me» o «My Bike», que cerraba un concierto en el que se echaron en falta muchas canciones.
En esta ocasión, la parada para el repostaje alimenticio afectó al concierto de Triángulo de Amor Bizarro, de los que no soy un gran seguidor, además de que están en todos los festivales veraniegos siempre.

Eran casi las 12 cuando volvimos al recinto. Apenas vimos un par de canciones de The Vaselines, muy poco para emitir juicios de valor sobre su actuación. La carpa ya estaba bastante llena, no sé si por su concierto o por la siguiente actuación del que fuera miembro de los míticos Joy Division y New Order.

No cabía duda que el de Peter Hook era uno de los conciertos más esperados del festival. Él y su banda salieron a escena para interpretar «Unknown Pleasures» de pe a pa. No recuerdo exactamente si lo interpretaron por orden o intercalaron otras canciones de Joy Division, aunque está claro que sonaron más temas de los que contenía el disco. Peter Hook trataba de animar al público con sus gestos, más propios de un James Hetfield de Metallica que de un grupo como los Joy Division, pero con poco éxito. Y es que hay una cosa clara: Peter Hook no es Ian Curtis. Es obvio, pero es que es como si Andrew Fletcher saliese a cantar las canciones de Depeche Mode. Claro que no es Dave Gahan, ni tiene su voz, ni su personalidad, ni su fuerza. Hubo algunos momentos puntualmente destacables como «She’s Lost Control», pero en general el concierto aburría. Bastaba observar a la banda de Peter Hook, con una cara de estar hasta la coronilla de tocar aquellas canciones noche tras noche.
Tampoco es que la música de Joy Division, así en general, sea la más adecuada para alegrar una fiesta. Ojo, que no estoy diciendo que sea mala en absoluto, Dios me libre. Pero probablemente si Ian Curtis siguiese vivo y Joy Division estuviesen dando conciertos no iban a ser la alegría de la huerta.
Una cosa sí quedo clara en el bis. Todos habían venido a escuchar «Love Will Tear Us Apart». Desde el principio comenzaron las palmas y todos corearon una versión onomatopéyica de la mítica canción en clave de «lo»: «lo lolololololo lolooo…» El público saltaba y cantaba bajo la carpa en un multitudionario karaoke indie. Aún después de que Hook se despidiese, la gente seguía coreando la canción. Fue un momento para enmarcar dentro de un concierto por lo demás poco memorable.

De los London Guns me esperaba cualquier cosa menos lo que vi y oí. Dos baterías procedentes de los grupos The Libertines y Babyshambles hacían albergar alguna que otra esperanza. Salieron a escena con instrumentos de percusión y una mesa de dj, así que algo ya no me cuadraba. Lo grave es que lo único que hacían sobre el escenario era fusilar canciones de otros artistas y tocar las percusiones por encima, que no aportaban absolutamente nada. No era testigo de un timo así desde el concierto de Fischerspooner «Fun Machine» el año pasado en el Vigo Transforma. Era triste ver como se llevaban una pasta gansa (sea lo que sea lo que cobren, que no lo sé) por lucrarse del trabajo de otros (y a los que bajamos discos nos llaman piratas, manda huevos). En cuanto tiraron de himno populista pinchando «Killing in the Name», de Rage Against the Machine, huimos por patas.
No sabría muy bien como concluir. Soy consciente del esfuerzo que supone un festival de estas características, pero creo que muchas veces se peca de querer traer nombres internacionales que a veces aportan poco. No me refiero a Peter Hook, sino a grupos como London Guns o May 68, sin los que hubiese podido pasar perfectamente. Pero de todo tiene que haber en la viña del Señor, ¿no? Porque para gustos, colores.

Más fotos en nuestro flickr.

NOTA: crónica publicada originalmente el 11/05/11 y recuperada con motivo del fallo en Blogger la semana pasada

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