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Lana del Rey – Born to Die (2012)

Mucho se ha hablado durante estos últimos meses de Lana del Rey. En un primer momento, el tema de discusión eran sus dos primeras canciones, «Video Games» y «Blue Jeans», y sus respectivos videoclips. Sin embargo, apenas 15 días antes de la publicación de su disco, «Born to Die», Lana actuó nada más y nada menos que en el Saturday Night Live, en la que fue calificada por algunos críticos como una de las peores actuaciones en la historia del programa. Semanas después, Kristen Wiig la parodiaba en un divertido sketch del propio show.
Probablemente en cualquier otra época, los 90 por ejemplo, meter la gamba en un programa de máxima audiencia antes de la salida de su disco, hubiese hundido por completo su carrera. Pero estamos en la era digital, señoras y señores. Y lo que cuenta a la hora de vender discos ya no es sólo el talento, son los seguidores virtuales que el artista va haciendo a través de Twitter, Facebook, etc, los seguidores que escriben en blogs y foros y defienden a su artista favorito, etc. Porque Lana del Rey no es, por mucho que así nos lo quieran vender, la revelación de 2012 (si lo es, probablemente tengan razón los mayas).

Lo que le falta a «Born to Die» es lo mismo que le falta a Lana del Rey: personalidad. Bajo la etiqueta de «indie» nos quieren calzar un puñado de canciones que tanto beben del Chris Isaak de «Wicked Game» («Blue Jeans») como de los coros que acompañaban a Martika en «Toy Soldiers» («National Anthem»). Tampoco creo que se pueda decir que las canciones sean malas: el atractivo de temas como «Video Games» o «Born to Die» es innegable («Video Games» estuvo presente por partida doble en nuestra lista de canciones de 2011), pero al conjunto le falta mucha profundidad. Donde mayor acierto tienen sus canciones es cuando se rinden al pop mainstream totalmente como en «Diet Mountain Dew», «Summertime Sadness», «National Anthem» o «This Is What Makes Us Girls» (una de las mejores del disco, en mi opinión), entre ellas, porque al menos son «honestas».
Un término que hace una década no tenía sentido alguno, se presenta aquí en toda su excesividad: la sobreproducción. Un poco de sonidos a lo Kanye West por aquí, otro poco de Rihanna por allí y todo bien agitado. Claro que esto no es de extrañar, dado que dos de los productores del disco, Emile Haynie y Jeff Bhasker, fueron co-productores de «Runaway», de Kanye West, y que aquí pudieron hacer gala de sus excesos. Se acaban superponiendo multitud de capas de sonidos en las canciones que en realidad no aportan nada (esto no es Tool ni Muse, señores).
Ni la imagen entre personaje de película de David Lynch y «Barbie» de reality ni sus «artísticos» videoclips pueden esconder la falta de emoción y carácter que demuestra en sus canciones (más notable aún en sus directos). Y es que podríamos estar hablando de un álbum de Katy Perry, Lady Gaga o Rihanna, pero al menos ellas ya se han forjado su personalidad, en cierto modo, previamente.
Aún así, y en plena crisis discográfica, «Born to Die» vendió 50000 copias el día de su publicación en el Reino Unido, y ya ha vendido cerca de un millón de copias en todo el mundo. No se puede decir que les haya salido mal la jugada, ¿no?

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