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Depeche Mode – Delta Machine (2013)

A estas alturas, con más de 30 años de carrera a sus espaldas, 12 álbumes de estudio publicados y millones de fans por todo el mundo, a Depeche Mode no les queda nada que demostrar. Precisamente por ello, resulta aún más valorable, al igual que ocurría con David Bowie, que no quieran vivir de las rentas de su pasado y sigan grabando nuevas canciones, probando nuevas experiencias (ahí está Dave Gahan y su disco con Soulsavers) y demostrando que no está todo hecho.
Puntual a su cita cada cuatro años, el trío británico vuelve con nuevo disco bajo el brazo y una nueva gira internacional. Cuando presentaron este «Delta Machine», por entonces todavía sin bautizar, en una rueda de prensa desde París, dijeron que este trabajo seguía los caminos trazados en «Violator» (1990) o «Songs of Faith and Devotion» (1993), y que incluía algunas de las mejores canciones que habían grabado nunca. Ahí es nada. Las expectativas, ya habituales, se multiplicaron exponencialmente, más aún para los que pensamos que «Sounds of the Universe» (2009), su más reciente obra, fue su mejor trabajo en la pasada década.
Pese a que no fue el primer single, lo primero que escuchamos de «Delta Machine» fue «Angel», una canción que ciertamente recordaba a aquellos tiempos de «Songs of Faith and Devotion» (el parecido musical con «I Feel You» es bastante obvio). Sin embargo, la que sería escogida como primer sencillo fue «Heaven», una balada poco habitual para la banda, y de la que ciertamente se han hecho buenos remixes, algunos incluso más synthpop que los propios Depeche Mode. No sabíamos, por tanto, muy bien que era lo que esperábamos de su disco, pero sabíamos que la espera merecería la pena, como siempre sucede con ellos.

Este pasado mes de marzo fue cuando llegó el álbum. Una portada de Anton Corbijn, el magnífico fotógrafo y responsable de buena parte de la imagen del grupo, y 13 nuevas canciones (17 en la edición especial) de una de las bandas más grandes del planeta (esto es así). Probablemente a los que amamos «Sounds of the Universe» no nos haya gustado tanto este nuevo trabajo, y probablemente también suceda lo contrario. Si os digo la verdad, uno echa de menos un pedazo de single como «Wrong» o un final que deje con ganas de más como lo fue «Corrupt».

Entre lo más destacable del conjunto de canciones, nos encontramos con un hit como «Should Be Higher», que se antoja ya como imprescindible en el setlist de la próxima gira de la banda. Suena a Depeche Mode puro y duro, y ha sido compuesta por el propio Dave Gahan en colaboración con Kurt Uenala (lo habitual es que la composición sea obra de Martin Gore, que firma 10 de los 13 temas). Además de éste, ambos firman otros dos temas del álbum, los interesantes «Secret to the End» y «Broken». La sorpresa llega cuando uno escucha las canciones que han acabado formando el «bonus disc» de la edición limitada, donde, inexplicablemente, han acabado dos grandes canciones también compuestas por ellos como «Happens All the Time» o «All That’s Mine», que acabó incluyéndose como cara B del single «Heaven».

«Welcome to My World» es un buen comienzo. Le siguen las ya conocidas «Angel» y «Heaven», y la antes mencionada «Secret to the End». Hasta ese momento, todo bien. Pero cuando llega «My Little Universe», que parece sacada del último trabajo de Radiohead, el concepto de álbum como un todo se me cae, y la no demasiado animada «Slow», que le sigue, no me ayuda a levantarlo. «Broken» retoma el buen camino, pero entonces aparece «The Child Inside», cantada por Martin Gore (siempre se reserva al menos un tema que cantar en cada disco), y me vuelve a dar un poco el bajón. Sube de nuevo un peldaño con «Soft Touch/ Raw Nerve», pero es con «Should Be Higher», como dije antes, cuando uno se dice a sí mismo: «son los putos amos». «Alone» y «Soothe My Soul», escogido como segundo single, completan este buen trío antes del final un poco soso de «Goodbye».

«Delta Machine» no es, en mi modesta opinión, ni la mitad de lo que fue «Sounds of the Universe» (2009). Aunque todos sus discos desde hace años rondan los 60 minutos de duración, aquí se nota un exceso de duración y que algunos temas que se han quedado fuera y formado parte del álbum han sido descartados para ser caras B. «Happens All the Time»  y «All That’s Mine», deberían haber acabado formando parte del tracklist final, y uno se pregunta si habrá influido o no el hecho de que fuesen compuestas por Gahan y no por Gore. 

Podría ser que en unos años (incluso menos), volviese a replantearme mi opinión sobre este trabajo (cosa que me sucede con otros discos también, claro), pero la verdad es que hoy por hoy no puedo considerarlo entre los mejores trabajos de Depeche Mode, por mucho que sea una de mis bandas favoritas (que lo es). Pero siguen siendo muy grandes, probablemente el grupo de música electrónica más grande que ha habido (aunque esto me lo discutirán muchos), y siguen trabajando como el primer día, escribiendo nuevas canciones y volviendo a la carretera para subirse a un escenario cada noche. Y eso, amigos míos, se merece el mayor de los respetos.

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