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Bodas de Plata: «Cuando Harry Encontró a Sally» (1989)

Si echaramos un vistazo a la filmografía de Rob Reiner, repararíamos en que, al menos cuatro de las películas más importantes de los años ochenta fueron dirigidas por él. Con «This Is Spinal Tap» (1984) logró el falso documental más divertido de la historia del cine hablando de una banda de heavy en la que convertirse en batería era jugarse la vida, con «Cuenta Conmigo» (1986) descubrió a un puñado de actores como River Phoenix o Corey Feldman, entonces niños, y logró una gran historia de amistad y compañerismo sobre un relato de Stephen King, y con «La Princesa Prometida» (1987) reinventó las historias de caballeros y princesas, convirtiéndolas en un divertido y romántico cuento (sin ella no existiría la posterior «Shrek», por ejemplo). 
Pero eso no fue todo. A punto de acabar la década, llegó una película en la que Reiner trabajaba desde 1984 y que supondría el nacimiento de la comedia romántica tal y como la conocemos hoy día, «Cuando Harry Encontró a Sally» (1989).
La idea de contar una historia de un hombre y una mujer que se convierten en grandes amigos y no quieren tener sexo, porque saben que eso arruinaría su relación, partió del propio Reiner, en el que se basa el personaje de Harry. La guionista Nora Ephron, que se inspiró en sus propias experiencias y en las de sus amigas para crear el personaje de Sally, extrajo más de uno de los diálogos que aparecen en la película de sus propias conversaciones con Reiner. El director, divorciado, volvía a salir con mujeres y, aunque deprimido y pesimista, sabía sacar punta a sus experiencias y contarlas de la manera más divertida. 

Las aportaciones de Billy Crystal, entonces mejor amigo de Reiner, no hizo más que lograr un guión cada vez mejor y más divertido. Las escenas en las que Harry y Sally hablan por teléfono mientras ven la televisión en sus respectivas casas, es algo que Crystal y Reiner solían hacer cada noche.

La guerra de sexos y los prejuicios sobre la amistad entre hombres y mujeres son uno de los puntos clave del guión. ¿Pueden un hombre y una mujer seguir siendo amigos cuando surge la atracción? ¿Dónde están los límites de esa amistad?

Pero si por algo «Cuando Harry Encontró a Sally» se ha convertido en un clásico es por la química entre sus protagonistas, Billy Crystal y Meg Ryan. Crystal provenía del Saturday Night Live pero todavía no había tenido un papel protagonista que le permitiese explotar su comicidad, mientras que Meg Ryan había hecho papeles más o menos secundarios en «Top Gun» o «El Chip Prodigioso», aunque nunca había sido protagonista absoluta todavía.

Desde el momento en que Harry y Sally se conocen (y no se caen bien en absoluto) esa química interpretativa se traslada a la gran pantalla. Los diálogos son brillantes e incluso algunas improvisaciones que Crystal añadía quedaron tan bien que permanecieron tal y como se grabó la primera toma. Aunque también los mejores amigos de cada uno de ellos, Bruno Kirby y Carrie Fisher (sí, la princesa Leia), bordan sus respectivos papeles de consejeros y casi psicólogos de la relación entre Harry y Sally.

Toda la película es ya un clásico de la comedia, pero si hay una escena recordada es la que tiene lugar en el restaurante, cuando Sally finge un orgasmo ante la mirada atónita de Harry y de todos los presentes en el local. Lo más curioso es que la señora que dice «tomaré lo mismo que ella» al final de la secuencia es la madre de Reiner en la vida real.

«Cuando Harry Encontró a Sally» fue todo un éxito de taquilla que, además, revitalizó un género que no había vuelto a destacar desde los años 60, con películas como «El Apartamento» o «Desayuno con Diamantes». Desde entonces, el clásico de Reiner ha sido imitado y homenajeado miles de veces, y sigue siendo referencia para cualquier director que pretenda adentrarse en la comedia romántica.  

No sólo es de visión obligada para parejas o románticos empedernidos, sino también para cualquier alma solitaria y, por supuesto, para todo aquel aficionado a la comedia o al cine en general.

Probablemente historias como las de Harry y Sally no abunden en el mundo real, pero nos reconforta pensar que puede que ya hayamos tenido a nuestra Sally o a nuestro Harry ahí siempre y aún no nos hayamos dado cuenta. Como dice la canción: It had to be you…

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