Atlantic Fest (sábado 1 de julio)
Hubiese pegado más en un horario nocturno, casi cerrando el festival, pero a Joe Crepúsculo no pareció importarle tocar a la hora del té, como quién dice. Dispuesto a hacernos bailar con su «bakalao», Crepúsculo lo dio todo sobre el escenario. Ese toque naïf de las letras de canciones como «Te Voy a Pinchar» o «Pisciburguer» (no desentonaría como banda sonora de Bob Esponja) contrasta con temas más «serios» como «Rosas en el Mar» o «Suena Brillante» que, al menos a mí, me sigue pareciendo su hit más redondo. Una fiesta que arrastró a todos los que estaban más dispuestos a dejarse llevar y que muchos celebraron con un chapuzón en la playa después del concierto.
Los vascos Delorean suelen tocar para cerrar las noches en los festivales, pero esta vez les tocó seguir con el ambiente festivo y electrónico que había comenzado Joe Crepúsculo. Aunque también tocaron temas más recientes, como el que da título a su disco más reciente, «Muzik» (2016), donde sus directos alcanzan su punto álgido es en sus temas más clásicos y aplaudidos. «Deli» y «Seasun» son dos de esas piezas clave que en directo suenan imparables y que van mutando con el tiempo hasta conseguir poner a todo el público a saltar y bailar como si de una rave se tratase. Son uno de los clásicos de la escena indie nacional y siguen manteniendo el tipo y la calidad de su directo con el paso de los años.
Como ya comenté antes, el recinto se quedó pequeño. Igual que la zona gastronómica se hizo pequeña (no sólo por falta de variedad en la oferta, que también, sino por la escasez de lugares donde sentarse durante unos minutos para comer), también lo hizo la zona de los baños. Si bien los chicos, hay que reconocerlo, lo tenemos siempre más fácil para hacer nuestras necesidades, las colas para ir a los baños de chicas suponían, como poco, perder al menos media hora, como mínimo. Eso por no hablar de la higiene, ya que en mi vida había visto que se le pusiese un tapón a un urinario porque se ha «llenado el depósito».
The Temper Trap eran uno de los grupos más esperados de la jornada. Fueron la primera confirmación del festival y no pisaban Galicia desde aquel mítico MTV Day Galicia en el que tocaron junto a Arcade Fire en el Monte do Gozo. Quienes estuvimos allí entonces, ya sabíamos del magnífico directo de la banda australiana. Liderados por Dougy Mandagi, que en todo momento derrochó simpatía y buen rollo, el de The Temper Trap fue el concierto más multitudinario en lo que llevábamos de jornada.
Bien es cierto que sonaron algunas canciones de su último trabajo, «Thick As Thieves» (2016), como «Fall Together» o «Summer’s Almost Gone», por ejemplo, pero los mejores momentos de su directo fueron los que protagonizaron sus canciones más conocidas. «Trembling Hands», «Love Lost», «Fader», «Rabbit Hole» o «Soldier On» hicieron las delicias de un público entregado desde el primer momento. Era, además, el cumpleaños de Joseph Green, guitarra y teclista del grupo, así que la banda protagonizó un divertido momento cuando le trajeron una tarta al escenario y todos los presentes se pusieron a cantar el «Cumpleaños Feliz».
La traca final la pusieron la instrumental «Drum Song», con Mandagi también a la percusión, y, como no, la esperada «Sweet Disposition», su tema más popular y esperado por el público. Coreando, saltando y bailando como si no hubiese un mañana, fue uno de los momentazos de esta edición del Atlantic Fest.
Y si hablábamos de Delorean como un clásico ya del indie nacional, los granadinos Los Planetas son ya todo un referente. Más de 20 años de carrera y nueve álbumes de estudio avalan a Jota y los suyos como una banda imprescindible dentro de la música española. Siete años ha tardado en llegar «Zona Temporalmente Autónoma» (2017), su último disco, que se abría con una canción tan sorprendente como «Islamabad», temazo con el que abrieron su concierto. Tras interpretar un par de canciones de su nuevo álbum, «Libertad para el Solitario» y «Seguiriya de los 107 Faunos», se remontaron a «Una Ópera Egipcia» (2010) para recuperar «Señora de las Alturas». Pronto comenzaron a llegar sus clásicos como «Santos que Yo Te Pinté» o «Corrientes Circulares en el Tiempo», pero el temazo que marcó un antes y un después en su concierto fue «Segundo Premio». De ahí en adelante comenzaron a caer «Espíritu Olímpico», «Alegrías del Incendio», «David y Claudia» o «Reunión en la Cumbre».
Los Planetas se estaban marcando un bolazo, y remataron por todo lo alto. «Un Buen Día», «Pesadilla en el Parque de Atracciones» y «De Viaje» ponían el broche de oro a un concierto memorable, de casi dos horas de duración y con cerca de 20 canciones. Creo que es de los mejores conciertos de Los Planetas que he visto, junto al que dieron en el Festival do Norte en 2010.
Si me preguntasen quienes eran los cabezas de cartel del Atlantic Fest, hubiese dicho Los Planetas, Maxïmo Park o The Temper Trap, pero el público lo tenía claro: querían ver a Lori Meyers. Si los granadinos se han vuelto mainstream o mantienen algo de aquel indie con el que comenzaron es algo discutible, lo que está claro es que sus cotas de popularidad están más altas que nunca. Creo que la puesta en escena se les ha ido de las manos. Subieron al escenario con un telón de luces y proyecciones delante como el que les vimos a Sigur Ros en el pasado NOS Primavera Sound, y del que poco se podía entender en sus proyecciones si no estabas lo suficientemente lejos.
«Evolución», de su nuevo álbum «En la Espiral», fue una de las primeras canciones que sonaron, pero no tardaron en llegar «Mi Realidad», «Emborracharme» (una de las más coreadas) o «Mi Realidad». Por supuesto, no podían faltar «Luces de Neón» y «Alta Fidelidad», que buscaban la complicidad del público. Tan sólo hubo un guiño a sus primeros trabajos y a sus fans más fieles con «Ham’a’cuckoo», de su debut «Viaje de Estudios» (2004).
Cerraron con «¿Aha Han Vuelto?», si mal no recuerdo, y para muchos, a juzgar por la respuesta de los presentes, fue uno de los grandes conciertos del festival.
Lo malo no es que Lori Meyers sean demasiado populares y atraigan a un público que antes no acudía a festivales, sino que en sus últimos trabajos parecen instalados en una cómoda fórmula que, al menos por el momento, les funciona.
Ya mencionaba anteriormente que se trataba de una jornada maratoniana, y el público me dio la razón. Cuando Maxïmo Park salieron a tocar a las 02:30 de la mañana, muchos habían abandonado el recinto ya, algunos porque, las cosas como son, no tenían ni idea de quienes eran, otros porque llevaban bebiendo desde las 12 de la mañana y ya no mantenían ni el equilibrio… El caso es que quedábamos pocos para ver el concierto. Si bien es cierto que «Risk to Exist» (2017) ha sido injustamente maltratado por cierto sector de la crítica, también es verdad que es mucho mejor que los últimos trabajos de otras bandas de su generación como Bloc Party, sin ir más lejos. Llegados directamente de Newcastle, los británicos liderados por Paul Smith y su inseparable sombrero demostraron encontrarse en un gran momento.
El toque funky de «What Have We Done to You to Deserve This?» abría el concierto con un Smith pletórico, marcándose mil y una poses sobre el escenario. Durante cerca de hora y media, Maxïmo Park repasaron buena parte de su discografía. «Apply Some Pressure», «A Certain Trigger», «The Coast Is Always Changing» o «The Hero» fueron algunos de los temas que sonaron. Pese a la apatía e incluso a la mala educación de un reducido sector del público que lanzó varios objetos al escenario, el grupo mantuvo su profesionalidad y entregó uno de los mejores conciertos del festival. «The Night I Lost My Head», «Get High (No, I Don’t)», «Risk to Exist», «I Want You to Stay» o «What Equals Love» fueron parte del repertorio de un directo contagioso que se prolongó durante cerca de hora y media.
Una lástima que el público no estuviese la altura. Daba la sensación de que Smith y los suyos no se quedaron con una buena impresión del público gallego, y la verdad es que no me extraña en absoluto.
No puedo hablar de los conciertos en tascas del domingo, ya que no pasé por allí, pero lo que sí puedo decir es que, como ya se ha mencionado en otros blogs, parece que a menudo el reducido aforo dejó a gente que quería ver a los grupos fuera de los locales.
En resumen, Atlantic Fest deja sensaciones encontradas. Nada que objetar al cartel ni a la ubicación, pero sí a la manera de organizarlo. No sólo mejorar las zonas de comida, el sistema de pago y los baños, sino también recapacitar sobre ciertas decisiones absurdas: ¿qué pintaba una barra pegada a la mesa de sonido en el centro de la carpa, quitando un montón de espacio y visibilidad para el público? También están los conciertos en la zona gastronómica, muy complicados de ver por estar ya la zona repleta de gente que intentaba comer o beber.
Hacer una mejor distribución del cartel por días cae de cajón. No sólo permitiría disfrutar más de los conciertos, sino que incrementaría las pernoctaciones en la Illa de Arousa y alrededores durante esos días.
El público ha respondido este año. Ahora sólo queda saber si la organización mejorará y hará sus deberes de cara a la próxima edición.
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