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Daughter – If You Leave (2013)

Queremos inmediatez. Queremos escuchar lo último y queremos hacerlo ya. Es un mal hábito que hemos adquirido con las nuevas tecnologías y ese sentimiento de poder que da el tener toda la música al alcance de nuestra mano. Se publican infinidad de discos, salen muchos grupos nuevos y sólo se acaba destacando a aquellos que hacen los vídeos más molones, los hits más inmediatos o, simple y llanamente, a todos los que la gran mayoría han dado por buenos. Ya no hay tiempo para sentarse a escuchar, dejar pasar el tiempo, y retomar ese disco pasados meses para comprobar si de verdad sigue siendo tan bueno o no. 
«If You Leave» se publicó hace casi cinco meses. Daughter, el trío británico que lo firma, fue uno más de esos grupos de los que ahora se habla casi más antes que después de que publiquen un álbum. «If You Leave» se convirtió en uno más de esos discos que no reciben la atención que merecen porque ni son R&B, ni coquetean con el dubstep, ni han sacado una decena de videoclips para promocionar su trabajo. Si por algo serán recordados es por un disco redondo, sin fisuras, con grandes canciones hechas para perdurar en el tiempo.

Podría ser otro de esos discos de chica más o menos mona cantando con su guitarrita, ya que originalmente iba a ser el proyecto en solitario de Elena Tonra (voz y autora de las canciones), pero con la incorporación de Igor Haefeli a la guitarra y en la producción, y Remi Aguilella en la percusión, Daughter se convierte en una banda propiamente dicha. 

«If You Leave» es un golpe directo al corazón. Diez canciones (un número ideal para un álbum, si me permitís), títulos cortos y directos (todos los temas llevan por título una única palabra), y un estilo personal y atemporal que no se rige por modas. 

El álbum se abre con «Winter», una historia de un amor resquebrajado como el hielo (Drifting apart like two sheets of ice, my love/ frozen hearts growing colder with time…) y una pasión que una vez hubo entre quienes ahora son dos extraños; todo ello bañado por un aire de dream pop que le da un toque onírico a la canción. Algunos acordes del principio de «Smother» pueden recordar a «Spanish Sahara», de Foals, aunque en este caso, la protagonista es una amante que no hace más que autoculparse del fracaso de su relación hasta el punto de desear no haber nacido (… I sometimes wish I’d stayed inside my mother/ never to come out). Siempre sigue en primer plano la maravillosa voz de Elena, que en ningún momento es tapada por todos los instrumentos que van sonando. Más guerrera que nunca suena en ese himno generacional que es «Youth», dedicada a toda una juventud que colecciona historias de amor que acaban mal (…collecting names of the lovers that went wrong…) y cuyas pasiones acaban quemándoles por dentro. No podemos esperar finales felices en este disco, y tampoco hay uno en «Still», con dos amantes que siguen compartiendo cama en una historia que ya no tiene salida (…darkness falling, leaves nowhere to go…).

Resulta más difícil concretar de qué va «Lifeforms». Podría ser sobre la maternidad, sobre el aborto o quizás solamente sobre la sensación de vacío que deja la persona que se va. Esa visión pesimista de la vida y del amor se repite a lo largo de todo el disco, también en «Tomorrow», que manifiesta ese miedo a perder a la persona amada (…but don’t bring tomorrow/ ‘cause I already know/ I’ll lose you…). «Human» puede parecer a primera vista, por su sonido, la canción más alegre del disco (también en la que la voz de Elena recuerda más a la de la canadiense Feist), pero en realidad es otra llamada de socorro de alguien que quiere volver a sentirse humano (…despite everything I’m still human/ but I think I’m dying here…), como también en «Touch» quiere volver a sentir algo de nuevo. Para volver atrás y volver a crecer de nuevo (…by the morning I would’ve grown back…), nada mejor que escaparse a «Amsterdam». Como despedida, nos queda «Shallows» (…if you leave/ when I go/ you’ll find me/ in the shallows/ lying on my back/ lying on my back/ watching stars collide), una preciosa y dolorosa carta de adiós que cierra el álbum.

«If You Leave» es un disco que duele como pocos. Son historias tristes, de una intensidad emocional desgarradora, pero que, sin embargo, sufrimos con gusto. No es un disco que vayas a escuchar todos los días de tu vida (en realidad ninguno lo es), porque acabaría afectándonos empatizar con tanta tristeza cada día, pero sí que estoy seguro de que lo seguiremos escuchando dentro de 10 ó 20 años y no perderá un ápice de su fuerza. 

Nos han hecho daño y hemos sufrido con ellos, pero seguimos queriéndoles. Ay, las contradicciones del amor…

 

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