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Sónar Galicia 2010 – Jueves 17 de junio

Pensando que el cotarro empezaría puntual y que habría colas para ver a LCD Soundsystem (estaba todo agotado para el jueves) llegamos al recinto de ExpoCoruña con unas dos horas de antelación y espacio suficiente en el parking como para aparcar un hovercraft. Todavía se podía ver a todo el personal dando los últimos retoques y poca gente esperando todavía. La sensación era de «no va a venir ni el Tato», aunque después sería todo lo contrario.
Ante un grupo de seguridad de acceso al recinto con experiencia nula en conciertos (se oyó la frase textual «Yo creo que deberíamos hacer una fila»), las puertas se abrían a las 18:30 y no a las 18:00 como estaba previsto. El pobre David M, encargado de abrir el festival, llevaba ya un rato pinchando para los técnicos y personal del recinto. No había que comerse mucho la cabeza con nuestras elecciones el jueves, solamente el escenario SonarVillage estaba operativo, además de la parte de SonarMàtica que, aunque escasa, ofrecía la posibilidad de ver en directo el funcionamiento del Reactable, un instrumento musical de última generación fabricado en España y que Björk incorporó en su última gira.

A eso de las 19:30 de la tarde llegaba Uffie, enésima versión de chica mona y «cool» haciendo música electrónica (Little Boots, La Roux, etc). Su disco de debut, «Sex Dreams and Denim Jeans», llevaba tan solo unos días publicado y pocos éramos los que habíamos escuchado sus canciones. Con productores como Mr Oizo o Mirwais y colaboraciones como la de Pharrell Williams (N.E.R.D.), la cosa prometía. Acompañada de un teclista y un dj, Uffie aparecía en escena con un atuendo muy semejante a los de Peaches, un reluciente mono con hombreras que dejaba poco a la imaginación y hacía flaco favor a su figura. Presentó algunas de las canciones más movidas de su disco como «MC’s Can Kiss» o «Neuneu», pero quedaron fuera «Hong Kong Garden» o su único hit «Pop the Glock». En cambio decidió optar por un set que no era lo más apropiado para esas horas ni para empezar un festival. «Ricky», «First Love» o «Illusion of Love», que cantó a dúo con su dj, no fueron suficientes para ganarse al público. Todo esto unido al hecho de que no se la veía muy motivada, sino más bien decepcionada porque esperaba un mayor éxito de público, dieron como conjunto una actuación más bien floja. Entretenida y poco más.
Teníamos bastante claro que las 2 horas siguientes serían una larga espera. El dj John Talabot se marcaba un largo set durante el que esperábamos y desesperábamos por ver a LCD Soundsystem.

Pocos son los que han conseguido lo que LCD Soundsystem. En apenas cinco años, han publicado 3 discos que son ya claves en la música de baile y que han puesto de acuerdo a crítica y público. Y con el último de ellos, «This Is Happening», su carismático líder, James Murphy, anunciaba que quería dejar la banda para centrarse en sus labores como productor en su sello DFA Records. Por estas y otras muchas razones, la oportunidad de verlos en vivo y en directo se antojaba única.
Cuando vimos la inmensa cantidad de instrumentos que se estaban disponiendo sobre el escenario para el grupo, nos dimos cuenta de que aquello se les iba a quedar pequeño. James Murphy y compañía salían a escena entre flashes para ponernos a todos a saltar con «Us v Them». Al ritmo de …The Time Has Come Today comenzaba un extásis de baile entre todos los asistentes que llenábamos el espacio del SonarVillage. Un James Murphy pletórico y vestido de punta en blanco lideraba una impresionante banda de músicos que funcionaba como una máquina de baile perfectamente engrasada. «Pow Pow», «Drunk Girls» o la magnífica «I Can Change» eran algunas de las elegidas para presentar «This Is Happening» y hacer de ExpoCoruña toda una fiesta.

Y en esto llegaba el turno de los himnos. «Daft Punk Is Playing At My House» animaba todavía más al respetable y «Tribulations» nos volvía directamente locos, haciendo botar a toda la masa al ritmo de Everybody makes mistakes… Habíamos vivido un concierto genial, fantástico y absolutamente divertido y tan sólo faltaba el broche de oro. «All My Friends», otro de sus clásicos, servía para poner punto y final a un concierto memorable que ponía el listón del Sónar tan alto que se antojaba imposible superarlo. Algunos acabamos pensando que James Murphy era Dios (bien pensado, si así fuese el cielo sería un sitio bastante molón, ¿no?).

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