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Cultura Quente (sábado)

La segunda jornada del Cultura Quente de este año parecía que iba a ser más tranquila. Aunque seguía habiendo problemas de aparcamiento, a las 20:30 de la tarde había poca gente en la Carballeira. Aunque no eran el primer grupo de la tarde (los primeros eran Pulsa Denura), a Hola a Todo el Mundo les tocó una hora poco agradecida, al igual que les pasara en el Festival do Norte.

Los madrileños Hola a Todo el Mundo dieron básicamente el mismo concierto que entonces, pero la cosa fue distinta. Quizás el hecho de tener un escenario más pequeño y estar más cerca del público les benefició entonces, además de que era la primera vez que los veíamos por aquí. Así, el puntillo de canciones como «Golden Sound» o «A Movement Between These Two» se desperdigaba por la Carballeira ante la ausencia del suficiente público para animar el cotarro. Acabaron con una versión de «El Fantasma de la Transición», de Triángulo de Amor Bizarro, que grabaron junto a Sr. Chinarro con motivo del Día de la Música. Aunque con Chinarro suena todavía peor (me gusta Chinarro, pero está metido con calzador y apretando mucho), prefiero mil veces la original.
Los siguientes eran Magnètica, pero tocaba parada alimenticia fuera del recinto. Otra vez será.

Para cuando volvimos, un poco más tarde de lo esperado, The Sonics ya habían conseguido lleno total de público en la Carballeira. En lo poco que pude ver de su actuación, The Sonics demostraron que el rock más clásico sigue vivo con su saber hacer. Con «Louie Louie» terminaban un buen concierto a juzgar por la respuesta del público.

La familia que toca unida permanece unida. Los británicos y jovencísimos Kitty, Daisy & Lewis (creo que ninguno de ellos llega a los 25 años) salieron a escena junto a sus padres, Graeme Durham e Ingrid Weiss. Parecíamos estar en la Norteamérica de los años 40 ó 50 de la mano de estos multi-instrumentistas (se intercambiaban los instrumentos sin problemas) y de sus clásicas voces. Daban ganas de pedirse una botella de bourbon e ir a por un sombrero vaquero. Tuvieron una estrella invitada, un trompetista jamaicano que puso su granito de arena en un par de canciones. La única pega, que la cosa se hacía un poco repetitiva pasados tres o cuatro temas, pero dieron un buen concierto.

No puedo decir lo mismo de The Raveonettes. Salieron a escena entre una iluminación oscura y mucho humo, en plan Echo & the Bunnymen. Optaron por un repertorio demasiado tranquilo para la ocasión, y sólo destacaría el single «Dead Sound» de la primera parte del concierto. Sonaban bien, pero demasiado repetitivos y cansinos para esas horas de la noche. Ya cuando los daneses decidieron hacer sus respectivos temas solos sobre el escenario, nos mataron de aburrimiento. Sólo nos hicieron despertar durante los últimos minutos del concierto gracias a su tema estrella «Love in a Trash Can».

Y llegaba el turno de unos grandes, un dúo tan enxebre y tan nuestro como el licor café o el pulpo á feira. Tony Lomba & Elio dos Santos son animales de escenario y salieron a la Carballeira a quemar Caldas de Reis (casi literalmente). Al grito de ¡Viva la música ligera! Tony Lomba salía al escenario junto a su inseparable Elio. Vestido con un esmoquin nostálgico y pajarita, Lomba comenzaba a cantar «Hasme una Mamada» ante un público atónito. Los que los habíamos visto anteriormente comenzábamos ya a reírnos y a cantar, y los que se quedaron de piedra Pómez en un principio, pronto se unieron a la fiesta. Tocaba repaso a nuestras grandes figuras de la cultura popular y comenzaron con «Bunbury», a la que siguieron «Alfredo Landa» y «Leticia Sabater». Un Tony Lomba pletórico, una puesta en escena memorable (esos pedazo de fuegos sobre el escenario robados en la última gira de Rammstein) y un Elio dos Santos en un segundo plano, dejando el protagonismo a Lomba. Fue durante «Alfredo Landa» cuando Lomba se bajó del escenario y micrófono en mano pidió participación del público, que entonaba emocionado El cine no es nada sin Alfredo Landa… Hubo también tiempo para resaltar el alcohol («Viva la Cerveza Fría») y para ponerse románticos («Sujeto y Predicado»). Lomba se salía por todas partes y se permitía el tú a tú con el público: Estaros un poco quietos, coño, que esto es música ligera. Su clásico entrañable «Ese Amor de la Abuela» (que acaba enlazando con «Ese Amor por Camela») ponía un punto y aparte en el concierto para otro cambio de vestuario.

Hace dos meses, sacar una bandera de España a la calle era una provocación… así presentaba Elio dos Santos lo que venía a continuación. Tony Lomba aparecía en escena con un vestuario indescriptible (ver foto) para cantar «Bandera Bandera». No podía ser más adecuado el momento, con la reciente victoria de la selección española en el Mundial de Fútbol y la repentina exaltación de la bandera tricolor, para ironizar sobre nuestra patria y su bandera. Sin embargo, un grupo de descerebrados comenzó a arrojar bebidas y otros objetos sobre el escenario. Pero Lomba es grande siempre y sacó pecho. O subís vosotros o bajo yo o Nosotros desayunamos perroflautas fueron algunas de las frases lapidarias con las que Tony acalló los abucheos de los exaltados. Y aunque no era necesario en absoluto, Lomba explicó el carácter irónico de la canción y remató la jugada con la frase Mientras siga habiendo gente como vosotros, seguiremos subiéndonos a un escenario. ¡¡¡Olé, olé y olé!!! Todos los huevos que le faltaron a Tricky le sobraban a Lomba para comerse el escenario. «Hoy Es un Día Especial» ponía la puntilla a un concierto soberbio que fue lo mejor del sábado y, para mí, lo mejor de esta edición con muchísima diferencia.

Una nueva entrega de un festival ya de sobra consolidado (la edición número 13, ni más ni menos) que nos sigue dando tanto alegrías (Tony Lomba & Elio dos Santos) como alguna que otra pena (Tricky), aunque siguen ganando las primeras. En la Carballeira de Caldas ya todos nos sentimos como en casa.

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Vídeo de seiquenosfigestes:

Un comentario en «Cultura Quente (sábado)»

  • Totalmente de acuerdo con tu crónica del concierto. Tony Lomba es muy grande, y puso en su sitio a aquella banda de Bravús.
    En general, a mi me desilusionó un poco el ambiente: allí sin perro y flauta no eras nadie.
    Una pena porque, a falta del Vibrasons de Pontevedra, este verano ya no queda ningún festival que merezca la pena.

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