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Festival do Norte 2014 (jueves): Clima austral y tropical

Por primera vez en sus catorce años de historia, el Festival do Norte ha cambiado de ubicación. De Vilagarcía de Arousa ha pasado a celebrarse en la Illa de Arousa, marco que se prometía incomparable aunque al final no resultase ser así debido a diversos factores.
Para muchos de nosotros, principalmente los que vivimos por la zona de las Rías Baixas, se ha establecido una relación de amor-odio con el Festival do Norte desde hace muchos años. Para un servidor es el primer festival al que acudí con 18 años y eso, quieras que no, marca. Sin embargo, también es el evento musical a nivel gallego que más errores ha cometido en su historia y cuyos organizadores nunca han estado a la altura de las circunstancias. Si ya en 2001 hubo no pocos problemas con el sonido dentro de Fexdega (no estaba acondicionado para conciertos y nunca más se celebró ninguno allí dentro), muchos de nosotros vivimos el peor festival de nuestra vida en 2005 cuando tres días seguidos de lluvia dieron al traste con varias actuaciones, inundaron parte del recinto y nadie dio la cara para explicar lo sucedido o tomar medidas.
Todo esto viene al caso por lo que iré contando sucesivamente en estas crónicas, aunque empezaré por centrarme en lo ocurrido en la edición de este año.
Llegamos pronto al recinto, cuando todavía estaban tocando Linda Guilala. A estos vigueses les habíamos visto hacía poco en la Romaría Pop celebrada en Santiago de Compostela. Actualmente presentan el Ep «Xeristar», del que sonaron canciones como «Chicas Guapas (que Van a Trabajar en Moto)» y fueron los encargados de dar la bienvenida a quienes iban llegando al festival.
Además del primer error obvio de la colocación del escenario dada su situación en el puerto, lo que dejaba al público a merced del viento del norte (recordad como estaba montado el Vigo Transforma, pues aquí al revés), el recinto no era ni mucho menos más grande que el que ocupaba en Fexdega durante los últimos años, aparte de que no ofrecía más oferta gastronómica que tres puestecillos de comida. Muy moderno lo del recinto acotado «artísticamente» con palés, pero lo que todos nos preguntábamos era por qué demonios las carpas que habían estado presentes al menos los tres últimos años en Fexdega no estaban aquí montadas, cuando se sabía como mínimo desde hacía una semana que llovería, al menos, el sábado. Lo que sí estaba cubierto, por supuesto, era el escenario y la zona VIP. 
Pero al menos el jueves no llovió. La gente iba llegando muy poco a poco, en parte porque era jueves, porque faltaba aún un rato para la primera gran banda del cartel (Austra) o porque la distancia que separaba la acampada de los conciertos era de un par de kilómetros que la mayoría hicieron a pie.
El Último Vecino llegaban al Festival do Norte apoyados en las buenas críticas recibidas por medios como Jenesaispop y habiendo actuado recientemente en el Primavera Sound. Lo cierto es que fui incapaz de empatizar con su música. Si su copia más que descarada de Joy Division y Golpes Bajos va en serio o pretende ser irónica, es algo que se me escapa, pero esa imitación ochentera nada disimulada es algo que nunca me ha acabado de gustar en ciertos grupos españoles. Aún así, hay que reconocer que tuvieron su público y admiradores/as y desde el punto de vista técnico nada que objetar a su concierto. Especialmente coreada por ese sector del público fue una de sus canciones más conocidas, «Un Sueño Terrible».
Y con ellos llegó uno de los conciertos más esperados del festival. Los canadienses Austra arrancaban su gira europea en el Festival do Norte y venían dispuestos a hacer de la noche del jueves una velada memorable. Con su segundo trabajo, «Olympia» (2013), todavía de plena actualidad, el grupo supo jugar sus cartas ante un público que el jueves, en su gran mayoría, iba a verles a ellos. Las miradas se posaban sobre la vocalista del grupo, Katie Stelmanis, cuyo vaporoso vestido ondeaba al viento que soplaba desde el mar. 

Las canciones de «Olympia» fueron en un principio las protagonistas del repertorio. «Painful Like», «Forgive Me», «Home» o «Reconcile» sonaban incontestables sobre el escenario. Esa mezcla de emoción, intensidad y tristeza que puebla las canciones de Austra se materializaba con la puesta en escena, con Stelmanis sin parar de danzar y moverse al son de la música. Tampoco faltaron canciones de su primer disco como «Lose It» o la que les diera a conocer, «Beat and the Pulse», una de las más esperadas por la audiencia.

Austra convencieron y dieron el mejor concierto del jueves, sin duda alguna. Pese a su juventud, su directo es sólido, la voz de Stelmanis maravillosa (ha sido comparada en más de una ocasión con Kate Bush) y consiguen enganchar al público. Todo mimado al detalle, desde el vestuario a las luces, con un sonido perfecto y un nivel que ya les gustaría a muchas bandas más experimentadas. Acabaron su concierto con una gran versión, el «Nothing Compares 2 U» que hizo tan popular Sinead O’Connor (aunque la canción la escribió Prince).

Después de un directo así, sabes que es muy difícil que el siguiente grupo esté a la altura, por buenos que sean. Pero la noche era joven, que se suele decir, y aún faltaban por tocar Veronica Falls e Is Tropical, además del dj set de Digitalism para los que aguantasen el tipo.

Los británicos Veronica Falls llegaban también de publicar su segundo álbum el año pasado, «Waiting for Something to Happen» (2013). Su primer trabajo recibió muy buenas críticas, aunque sobre el escenario se presentaban como un grupo demasiado estático y lineal. Pese a que «Found Love in a Graveyard» o «Right Side of the Brain» eran recibidas con cierto entusiasmo, la banda se presentó demasiado estática y su comunicación con el público fue casi nula. Si a ello sumamos el hecho de que sus temas suenan a menudo demasiado similares entre sí, la sensación era la de una ligera decepción entre los presentes. Sonaron correctos, sin más, pero su concierto no estará entre los más recordados. 

Sus paisanos Is Tropical sí que lograron sorprendernos. Esperábamos temas para bailar y algo de fiesta, y eso fue lo que nos dieron. «Lover’s Cave» o «Lies» consiguieron animar a todos los allí presentes, aunque no fue hasta la entrada en escena de la novia de Gary Barber (cantante) cuando todos empezaron a saltar al ritmo de su superhit «Dancing Anymore». En cuanto la chica comenzó a cantar el No I Won’t, No I Won’t… el público se vino arriba cantando y bailando. Con permiso de Austra, fueron los otros grandes triunfadores de la noche. 

No me quedé a esperar cómo sonaban Digitalism en versión «dj set», aunque sí me hubiese quedado si fuesen a tocar en directo. Una lástima. 

La primera jornada del festival dejaba buen sabor de boca en general e incluso tiempo apacible, algo que cambiaría en los días sucesivos.

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