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Micah P. Hinson, Sala Karma, Pontevedra, 09-05-14

Que Micah P. Hinson no ha tenido una vida fácil, es algo que parece claro cuando uno echa un vistazo a su biografía. La música y las drogas se cruzaron en su camino en la adolescencia y le llevaron a la bancarrota, a convertirse en un vagabundo y a ser despreciado por su propia familia. Sin embargo, y a través de la música y del amor (lleva seis años casado con Ashley Bryn Gregory), ha encontrado la redención y un camino propio que le ha llevado a convertirse en uno de los mayores representantes de una nueva generación de música norteamericana junto a artistas como Ryan Adams o Wilco. 

Siete discos en diez años, el último de ellos «Micah P. Hinson and the Nothing» (2014), grabado en Santander y el primero desde el aparatoso accidente de tráfico que sufriera en 2011 durante una gira por España en la que interpretaba el disco «Trompe Le Monde» de Pixies, junto al grupo Tachenko.

Sin embargo, y pese a aquel suceso, Micah sigue volviendo siempre que puede a tocar a España. El viernes pasado hacía su parada en la pontevedresa Sala Karma, desbordando las previsiones y llenando el aforo completo del local.

Pronto quedó claro que no iba a ser su noche. Muy delgado, inquieto y a menudo desorientado, Micah interpretaba sus canciones como mejor podía en ese momento y como las sentía, pero distaba mucho de mostrarse en plena forma. La banda, compuesta en su mayoría por miembros del grupo Los Deltonos, trataba de seguir su ritmo, pero por muy profesionales que fuesen, les costaba seguir el patrón que marcaba el norteamericano.
No sólo su banda parecía incómoda junto al artista, sino que el propio artista semejaba a menudo incómodo con el público, ya fuese por alguna interrupción desde el público mientras hablaba o por los flashes (más que fotográficos, los que salían desde teléfonos móviles y siguieron surgiendo pese a su petición de no hacerlo). El caso es que, incluso para los más devotos, resultaba muy difícil conectar con las canciones y meterse en el directo, algo directamente imposible para los curiosos o los que le veían por primera vez en concierto.
Micah hablaba con el bajista de su banda (que parecía la única conexión con ella) para comentar lo que le desagradaban los flashes o los comentarios que interrumpían sus charlas entre canción y canción, ojeaba su reloj y se apartaba lo más que podía de las luces del escenario.
Tras una hora de concierto aproximadamente, parecía que tras la salida del grupo del escenario, no habría vuelta posible. Pero la hubo. Hinson apareció solo esta vez, con su guitarra acústica, pero no fue hasta que apareció su esposa cuando el concierto comenzó a despegar.
Ashley Bryn Gregory se unió a él para cantar varios temas, entre ellos su mítica «Beneath the Rose» o «Take Off That Dress for Me», y consiguió traer de vuelta al escenario al grupo. Un par de bises dieron por finalizado un concierto muy irregular, que nos dejó con ganas de ver una mejor versión de Micah sobre el escenario (que los que lo hemos visto antes en directo, sabemos que la hay) y que, quizás, y esto es lo peor, habrá decepcionado a más de uno que mirará con recelo la posibilidad de volver a ver en directo al artista.
Una verdadera lástima, pero que se le va a hacer. Una mala noche la tiene cualquiera.

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