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Super Bock Under Fest (sábado 24): la victoria de Clementine

 

Benjamin Clementine llegaba a Vigo como el gran cabeza de cartel de la primera edición del Super Bock Under Fest, un festival que pretende dinamizar la oferta musical de las salas viguesas y atraer público tanto gallego como portugués a la ciudad olívica. Así, tras el pistoletazo de salida de Slowdive y Dead Sea hace un par de semanas en el Auditorio Mar de Vigo, el festival arrancaba el viernes con artistas como Telefon Tel Aviv, Basanta, Capsula, The King Khan & BBQ Show o una sesión DJ de varios miembros de Hot Chip en locales como La Iguana Club, la sala Masterclub, la Fábrica de Chocolate o la Casa de Arriba, entre otros. Desafortunadamente, motivos laborales nos impidieron acudir a esa primera jornada del festival, en la que hemos visto por redes sociales y diferentes crónicas que bandas como Cápsula o Basanta dejaron buen sabor de boca entre los presentes.
La primera sorpresa del sábado fue ver a Myles Sanko en el Auditorio Mar de Vigo. Cuando digo en el Auditorio quiero decir en el auténtico Auditorio, el del patio de butacas. Una circunstancia que hacía que nos preguntásemos: ¿Y entonces por qué Benjamin Clementine tocaba en el Hall? Tampoco tuvo mucho sentido programar algunos conciertos en la calle con el clima adverso previsto (ojo, en Galicia llueve), hecho que motivó que Presumido acabasen cancelando su actuación el viernes.

Dicho todo esto, centrémonos en la parte musical. Myles Sanko sorprendió (y para bien). El artista británico demostró elegancia y muchas tablas, y ofreció un concierto de esos que transmiten buen rollo y te dejan una sonrisa de oreja a oreja. Sanko y su banda dieron una clase magistral del soul y su disfrute. El artista supo buscar la complicidad del público sin caer en el populismo y forzar la situación, logrando que nos uniésemos al I need you more than you know… de «Come On Home». Su música parecía sacada de otro tiempo y otro lugar y nos recordó algo que a veces olvidamos, y es que para dar un buen concierto «solo» hay que ofrecer buena música.

 

 

Llegaba ya el clímax de la noche (y del festival), el concierto de Benjamin Clementine. Convertido en toda una estrella tras ganar el Mercury Prize con «At Least for Now» (2015), su álbum de debut, el artista británico tocaba por primera vez en Galicia. Muchos de los presentes (tanto gallegos como portugueses) teníamos aún muy presente el recuerdo de su inolvidable concierto en la última edición del festival Vodafone Paredes de Coura.Con una puesta en escena que incluía todo un abanico de maniquíes, incluyendo mujeres embarazadas o niños, Benjamin se plantaba con su piano al frente del escenario situado en el Hall del Auditorio. Aunque no puedo confirmarlo, parece ser que, según algunas informaciones, fue condición del propio Clementine que el público permaneciese de pie durante el concierto, por lo que el Hall era la única opción posible. La intensa gira para promocionar «I Tell a Fly», su segundo álbum, que le tendrá ocupado hasta el próximo mes de septiembre, hacía parada en Vigo logrando un lleno absoluto que agotó todas las entradas y abonos disponibles del festival.

Más allá del significado de la puesta en escena (algo que no me atrevo a aventurarme a adivinar), Benjamin Clementine demostró su talento en el concierto más memorable del festival. Temas de «I Tell a Fly» como «God Save the Jungle», «Phantom of Aleppoville» o «One Awkard Fish» (con momento surrealista incluido de Clementine paseando el maniquí de un niño por el escenario) convivieron con canciones de su debut como «London» o «Winston’s Churchill Boy».

 

Haciendo gala de un peculiar sentido del humor, poco a poco fueron llegando los momentos de mayor complicidad con el público, como «By the Ports of Europe» o «Condolence», en la que volvió a corregir la pronunciación de los presentes al cantar I’m sending my condolence to fear o la importancia de cantar correctamente in-secu-ri-ty.

«¿Nos vamos a meter en un lío si empezamos a tocar de nuevo?», preguntó el artista cuando llevaba alrededor de una hora de concierto. En absoluto. El público estaba encantado. No faltaron nuevos guiños al público español en canciones como «Jupiter» (…wishing «Espania» happy/ wishing «Espania» free…) y el número final fue, como no podía ser de otra manera, «Adios».

Es innegable que Benjamin Clementine cumplió con todas las expectativas puestas en él y ofreció un estupendo concierto de alrededor de hora y media (quizás algo más) que ya justificaba por sí solo todo el festival. Aún así, quedaban más conciertos en el centro de la ciudad y decidimos acercarnos para ver más artistas.

Con tres conciertos solapándose a la misma hora (algo excesivo, en mi humilde opinión), había que decidirse. Fue muy numeroso el público que no pudo resistir el revival nostálgico y se dirigió sin miramientos a la Fábrica de Chocolate para ver a Australian Blonde. Otros optaron por irse a La Casa de Arriba a ver a Sen Senra y nosotros nos acercamos a ver a Soledad Vélez en la Sala Magnética.

Aunque parezca mentira, era su primer concierto en Vigo, y la sala tampoco era demasiado grande, pero el concierto sí fue especial. En lugar de hacer un repaso por discos como «Dance and Hunt» (2016), la chilena decidió presentar los temas de su nuevo disco, el primero en castellano, que verá la luz el próximo 20 de abril. «Nuevas Épocas», producido por Guille Mostaza (Ellos) supone un giro en su carrera. Es inevitable acordarse de Javiera Mena al escuchar «Flecha» o «Pa’ Siempre», pero lo cierto es que el disco promete y el cambio parece haberle sentado muy bien a su música.

La primera edición del Super Bock Under Fest deja sensaciones encontradas. Por un lado, la oportunidad de traer artistas a Galicia que no hubiésemos podido ver de otra manera, como Slowdive o Benjamin Clementine, un precio razonable para los abonos que hacía que compensase sólo con verse un par de conciertos, una reivindicación de las salas de conciertos viguesas y una buena oportunidad de atraer público venido de Portugal cuando la mayoría de las veces somos los gallegos los que cruzamos la frontera para ir a festivales lusos. Por otro lado queda la sensación de cierta falta de planificación (no tenían sentido los conciertos en la calle en pleno temporal) y de traer más artistas de los que cualquiera hubiese podido ver, algo que empieza a ser demasiado habitual e innecesario la gran mayoría de las veces en los festivales españoles.

Ojalá el Super Bock Under Fest repita de cara al año que viene en Vigo. Sería una pena desperdiciar el que puede haber sido el comienzo de una gran amistad…

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